miércoles, 1 de diciembre de 2021

PROFESOR MANUEL GUZMÁN:UN GRAN HIJO DE YALAGÜINA

Escrito por (Ramón Mendoza Herrera)
El pasado 23  de noviembre en horas de la mañana, se conoció la triste nueva del definitivo viaje de este mundo del profesor Manuel  de Jesús Guzmán Centeno, un destacado educador madricense y un gran hijo de Yalagüina, su terruño al que tanto amó y en el que ofrendó los mejores días de su vida en el noble ejercicio  de la enseñanza.
Fue uno de los maestros egresados de la Escuela Normal de Estelí en el año 1969,  y ejerció  inicialmente su carrera en  el municipio de Quilalí, del departamento de Nueva Segovia, la continuó en la escuela primaria de Yalagüina y la concluyó   en el Instituto Nacional del mismo municipio, del cual fue docente, director y elemento importante en su fundación.
De naturaleza amistosa, muy sociable, cultivó muchísimas amistades dentro y fuera de Yalagüina, que hoy, con sus familiares y coterráneos,  lamentan su partida porque era un elemento muy apreciado y de merecido reconocimiento en su entorno social.
Contrajo matrimonio con la profesora Lucía del Rosario Lovo, originaria del municipio de Pueblo Nuevo con la que procrearon tres hijos a los que inculcaron valores que han hecho de ellos personas que gozan de gran estimación   y respeto   en la comunidad.
En 2007, cuando conoció sobre la fundación de la naciente revista MUSUNCE, muy entusiasmado se apuntó como uno de nuestros primeros colaboradores y publicó varios escritos, relacionados sobre todo con vivencias propias de Yalagüina, su historia y sus costumbres.  Tiempo después, con gran esfuerzo,  editó su propia revista -“Zonzapote”- que se convirtió en el primer medio escrito publicado en Madriz, fuera de su cabecera departamental.
Algo que caracterizó al profesor Guzmán en los últimos años fue su presencia constante en las redes sociales en las que volcó muchos tips con interesantes y variadas temáticas alusivas sobre todo a la educación, cultura, medio ambiente y vida social de su entorno y del departamento de Madriz, en lo que,  considero, fue una provechosa aplicación de ese medio, que lamentablemente   han malogrado  muchos en su uso.  
Ejemplo de ese positivo accionar  fue la publicación de  mensajes tales como: exhortación a autoridades educativas a no realizar  desfiles largos para no afectar la salud de los niños con el extremado calor; felicitaciones a maestros, estudiantes por la realización de un desfile escolar bien organizado;  recomendaciones –con fundamentos técnicos basados en su vasta  experiencia   docente- para  no incurrir en el error de promover a un niño a segundo grado si no sabe leer ni escribir; aconsejar  a los padres de familia, a  ejercitar  en la escritura y lectura  durante las vacaciones,  a los niños que hayan aprobado su primer grado; incitación a cuidar las fuentes de agua y no destruir la madera verde, así como a juntar esfuerzos las comunidades e instituciones para evitar la destrucción del medio ambiente.  
Algo que cualquiera pasa desapercibido, él lo anotó y publicó –con gran acierto a mi juicio- como fue resaltar la generosidad  del ayudante y chofer del bus de transporte colectivo de don Faustino Cruz, al cobrar 2 o 3 córdobas por trasladar a los niños que van a las escuelas de las comunidades.  Él, no solo relató la vivencia, sino que instó a los demás transportistas a imitar tan loable gesto.
Amante de transmitir estímulos solía expresar   felicitaciones a estudiantes o adultos por sus exitosos logros académicos  o profesionales, así como  apoyar  al movimiento deportivo instando en su momento, a brindar su auspicio   al equipo de fútbol  local cuando se anunció su participación en el campeonato nacional de Tercera División.  No faltaron, por supuesto las anécdotas con tintes humorísticos, como   aquella sobre lo  que le dijo  Roberto Aguirre a un pastor evangélico en el entierro de doña Polita Velásquez.
Su cotidiana presencia en las redes sociales se hizo infaltable y en ellas incluyó sus visitas a los distintos municipios del departamento, sobre todo en las ferias de las festividades patronales. También,  con un dejo de nostalgia,  dejó  constancia por medio de fotografías,  de sus visitas a la Escuela Normal de Estelí, su siempre recordada y amada alma máter donde enriqueció su mente y espíritu con las fuentes nutricias  que lo formaron como un gran educador.
El profesor Manuel Guzmán fue un personaje de múltiples facetas que se incorporó con singular entusiasmo a las diferentes tareas en pro de su querida Yalagüina, de la que fue un hijo dilecto  y, justo es  perpetuar  su memoria no solo  siguiendo su gran ejemplo,  sino bautizando   con su nombre algún centro educativo, por lo mucho que hizo por la superación cultural de su pueblo.

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