miércoles, 10 de agosto de 2016

PINCELADA SOBRE “ LA MUERTE DEL RÍO DE YALAGUINA" Causas de esta muerte: descuido, sequías



Hasta los años cincuenta y sesenta, el llanto de este río se escuchaba con bastante claridad en todo el pueblo, principalmente durante la noche.
Nuestros padres y abuelos, nos contaban que este río tenia agua todo el año. Como no había agua potable, en las tardes las muchachas del pueblo (Delfina Prado, Concha Gómez, Veneranda Joya, Rosa Avilés, Tencha Rosales, por mencionar algunas) iban las tardes a traer en tinajas el agua para tomar, ocasión que era muy aprovechada por los varones jóvenes de esa época para piropear o conversar con las damas que les simpatizaban, debido a que las madres de estas jóvenes no permitían que sus hijas las visitaran en su casa, eran muy celosas.
Todo el territorio del rio era una atractiva belleza natural, adornada por los enormes árboles de gualiqueme, chilamates, aguacates, posando en sus copas las palomas alas blancas y azulonas, entonando sus cantos tan agradables que parecía estar escuchando una pieza musical de Beethoven o Mozart. Abundaban las bandadas de pericos en la cúspides de los árboles, con su canto ruidoso, las chorchas de matorral en matorral, mariposas vestidas de todo color enriquecían Ia belleza natural de aquel ambiente. Al anochecer, los quiebra platos se cruzaban el cauce del río, los pocoyos apareciendo en los caminos y desapareciendo para esconderse en las piñuelas, pretendiendo asustar al viajante. El río tenía tanta agua que había pozas para irse a bañar. Recordamos cuando Santos Pérez Joya, Cleto Gómez, Silvio Gómez, Rogelio Cerros, José Calderón, Chicho Carrasco, Isidoro Carrasco, Joaquín López, hacían clavados en las pozas.
Donde están las ruinas del puente viejo, está un árbol de capulín. Debajo de este árbol aparecía a las diez de la noche, la cegua lavando. Juan Pablo Hernández (alto funcionario de la alcaldía) y Bismark Alfaro sostienen que a ellos les salió este espanto, detalle que es cuestionado por el taxista de Somoto, muy conocido por el seudónimo de “Pestañita”. Pero a Concho Pérez si le salió, precisamente el día que nació José Rutilio Guzmán.
En la Semana Santa no había necesidad de ir a las piscinas, porque las pozas abundaban en el río. Las plateadas, cholos y sardinas se movían como bailarinas sobre la superficie del agua del rio. Abundaban las cuevas de los cangrejos. Los sapos y ranas dando la bienvenida a las primeras lluvias del nuevo invierno. Visitar ahora este río, es triste para los que conocimos su caudal, porque en vez de agua lo que observamos es pura polvo, piedras. Los árboles han desaparecido, nadie foresta, los pájaros ya no cantan. De un rio tan alegre que era antes, ahora reina el silencio de un cementerio.
Las causas de su muerte las identificamos en la falta de interés de sus habitantes por cuidar su ambiente natural, sin obviar las fuertes sequías que han azotado la zona. El significado ancestral de la palabra Yalagüina, es “pueblo de pescadores” por la abundancia de agua de este rio, donde sus pobladores de aquellos tiempos, iban a pescar. Cuando crece por efecto de algunas lluvias, nos trae su recuerdo de lo que fue.
Autor: Manuel Guzmán Centeno. Tomado de la Revista Zonzapote Edición No. XXX

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